El combustible líquido renovable para el transporte producido en una innovadora central solar de combustible en España promete un futuro ecológico para la aviación.
¿Qué se necesita para producir combustibles líquidos renovables para el transporte? Según afirman los investigadores que trabajan en el proyecto SUN-to-LIQUID, financiado parcialmente con fondos europeos, solo luz solar, agua y CO2. Este proyecto de cuatro años se inició en 2016 con el objetivo de potenciar los avances en la tecnología termoquímica solar desarrollada en otra iniciativa previa financiada con fondos europeos.
La tecnología de combustible alternativo en cuestión tiene el potencial de proporcionar un suministro ilimitado de combustible renovable para el transporte a partir de agua, CO2 y luz solar concentrada. Esto son buenas noticias para el sector del transporte, que es uno de los mayores consumidores de combustibles fósiles y que, en la actualidad, se enfrenta al reto de reducir su huella de carbono. En concreto, esto puede tener unas implicaciones especialmente importantes para los vuelos y las travesías en barco de larga distancia, que dependen en gran medida de los combustibles hidrocarbúricos.
La tecnología SUN-to-LIQUID ha sido ampliada y probada en una central solar de producción de combustible construida en el Instituto IMDEA Energía, socio del proyecto, ubicado en Móstoles (España). La central está formada por un campo de helióstatos (espejos móviles que se usan para reflejar la luz solar en una dirección fija), un reactor solar situado en la parte superior de una torre pequeña y un subsistema que convierte el gas en líquido. «Un campo de seguimiento solar compuesto por helióstatos concentra la luz del sol en un factor de 2 500, una cantidad tres veces superior a la de las torres solares actuales utilizadas para generar electricidad», explicó el doctor Manuel Romero de IMDEA Energía en una noticia publicada en el sitio web del coordinador del proyecto, Bauhaus Luftfahrt, a principios de este año. El intenso flujo de luz solar de estos helióstatos provoca temperaturas de reacción de más de 1 500 °C en el interior del reactor solar. Entonces, el reactor convierte el agua y el CO2 en gas sintético, una mezcla de hidrógeno y monóxido de carbono, que luego se convierte en queroseno o carburorreactor, en la planta de transformación de gas a líquido «in situ».
Esta tecnología puede desempeñar un papel significativo en la consecución de los objetivos climáticos mundiales. En lo que respecta al sector de la aviación, puede ayudar a reducir las emisiones netas de CO2 en más de un 90 % en comparación con los combustibles fósiles. Además, tiene el potencial de satisfacer la demanda mundial de combustible (que asciende a cientos de millones de toneladas al año) de una forma verdaderamente sostenible.
Pero las ventajas no acaban ahí. Dado que no requiere el uso de terrenos de cultivo, esta tecnología innovadora no compite con la producción de alimentos o pienso. De hecho, podría satisfacer la futura demanda mundial de combustible ocupando solo una pequeña fracción de las zonas desérticas del planeta. Los socios del proyecto predicen que, si se construyeran a gran escala centrales solares de combustible como esta, la descarbonización del sector de la aviación podría hacerse realidad.
Se están realizando estudios sobre la aplicación industrial de la tecnología SUN-to-LIQUID (SUNlight-to-LIQUID: Integrated solar-thermochemical synthesis of liquid hydrocarbon fuels). En la misma noticia, el doctor Andreas Sizmann, de Bauhaus Luftfahrt, afirmó: «Estamos un paso más cerca de vivir gracias a «ingresos energéticos» renovables en lugar de quemar nuestra «herencia energética» fósil. Es un paso necesario para proteger nuestro medio ambiente».
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