Una iniciativa financiada con fondos europeos ha aplicado con éxito una tecnología de captura de carbono en una fábrica piloto de cemento de Bélgica.
Dado que es el material de construcción más utilizado, el hormigón es indispensable para el desarrollo de las infraestructuras y de los sectores industrial e inmobiliario. El hormigón es una mezcla de áridos (arena, grava y piedras trituradas), agua y cemento, y su producción representa el 95 % de la huella de carbono que provoca este material. Según el informe de 2019 titulado «Industrial Transformation 2050 – Pathways to Net-Zero Emissions from EU Heavy Industry» (Transformación Industrial 2050: vías hacia la neutralidad en emisiones de la industria pesada de la UE), elaborado por Material Economics: «En la actualidad, la Unión Europea utiliza más de dos toneladas de hormigón por persona al año, de los que 325 kg son cemento. Por cada kilo de cemento que se produce, se liberan 0,7 kg de CO2 a la atmósfera».
A lo que se añade: «En el caso del cemento, la calcinación de la piedra caliza para producir óxido de calcio libera grandes cantidades del carbono que contiene la roca». Para hacer frente a este problema, el proyecto financiado con fondos europeos LEILAC ha desarrollado una novedosa tecnología destinada a reducir significativamente las emisiones de las industrias europeas del cemento y la piedra caliza. Su diseño permitirá que se capturen todas las emisiones de CO2 del proceso sin emplear demasiada energía ni recursos económicos. En una planta piloto en Lixhe (Bélgica), LEILAC utiliza un sistema que «permite capturar el CO2 puro, en el caso de la piedra caliza (CaCO3), a medida que se libera durante la calcinación para transformarla en cal (CaO), ya que los gases de escape del horno se mantienen separados», tal y como se indica en el sitio web del proyecto, en el que se añade: «Esta elegante solución no requiere productos químicos ni procesos adicionales para logar un flujo de CO2 puro».
En el sitio web del proyecto también se indica lo siguiente: «Durante la producción de cal o cemento, el CO2 se libera como una parte intrínseca de este proceso que no puede evitarse (por ejemplo, aunque se usaran energías renovables). Por tanto, la captura del carbono es la única forma realista de que estas emisiones industriales puedan disminuirse aún más para ayudar a la Unión Europea a cumplir el objetivo de reducción del 80 % en 2050».
En una noticia publicada en «ENDS Report», Daniel Rennie de la empresa Calix, coordinadora del proyecto LEILAC, explica la tecnología: «Es solo un nuevo tipo de diseño de horno, que hace que el CO2 se separe intrínsecamente. Se enfría al salir y es muy puro». En la noticia se señala: «Esto lo convierte en una materia prima potencialmente valiosa para los nichos de mercado existentes, como las bebidas carbonatadas, los invernaderos y la mineralización en la industria del cemento». Las actividades, que empezaron en mayo de 2019, continuarán hasta finales de 2020, cuando finalice el proyecto LEILAC (Low Emissions Intensity Lime and Cement).
En la noticia de «ENDS Report» también se indica que gracias al éxito de LEILAC «se está preparando otro proyecto: LEILAC 2. Un nuevo reactor que tendrá aproximadamente una quinta parte del tamaño de una fábrica comercial de cemento y estará más centrado en el destino final del CO2 extraído, mediante la integración del reactor en el proceso de fabricación de cemento existente y, posiblemente, la electrificación del calor necesario para la producción de escoria».
Según la noticia, LEILAC 2 mantendrá alrededor de «la mitad de los socios de su predecesor, de los que Calix y HeidelbergCement seguirán conformando el núcleo». Jan Theulen de la empresa HeidelbergCement, socia del proyecto, declara: «Queremos tener lista la tecnología para el momento en que el precio [del carbono] la haga viable en términos comerciales. Se trata de ir abriéndose camino. Pero si no lo hacemos ahora y esperamos a que el precio del carbono sea de 100 euros por tonelada, necesitaríamos otros diez años para hacerlo».
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