El proyecto D-NOSES ofrece una nueva aplicación para ayudar a los ciudadanos a que controlen e identifiquen las fuentes de contaminación olfativa. El trabajo del proyecto es un paso adelante bien recibido en un ámbito donde algunos han argumentado que la inacción ha prevalecido durante demasiado tiempo.
La contaminación no solo tiene un impacto negativo en el medio ambiente, sino que también afecta a nuestros sentidos, especialmente al olfato. Las estadísticas hablan por sí solas: la contaminación olfativa es la segunda causa principal de preocupación ambiental entre los ciudadanos, solo por detrás del ruido, y supone, de promedio, más del 30 % de las quejas relevantes.
Las normativas no han logrado solucionar este problema en el que tampoco se está centrando la industria. En este contexto, parece oportuno proporcionar a los ciudadanos los medios para que ellos mismos se ocupen. El proyecto D-NOSES (Distributed Network for Odour Sensing, Empowerment and Sustainability) ha hecho justo eso: reunir alrededor de una mesa a las partes interesadas y proporcionarles una aplicación para controlar la contaminación olfativa y poder actuar conforme a las pruebas proporcionadas.
Rosa Arias, ingeniera química de la Universidad de Barcelona, directora general de Science for Change y coordinadora de D-NOSES, habla del trabajo del proyecto y del impacto esperado sobre el problema de la contaminación olfativa.Rosa Arias: Existen tres factores principales que están en juego. Por lo general, las técnicas de reducción de olores son caras, las industrias emisoras se oponen habitualmente a las iniciativas reglamentarias y los olores son difíciles de medir. De hecho, los olores ambientales son mezclas formadas por centenares de compuestos volátiles que provocan una reacción en nuestro sentido del olfato. La forma en la que los percibimos es tan única y compleja que las denominadas «narices electrónicas» o el análisis químico tradicional no pueden replicarla.¡Los olores no son solo una cuestión de buenos o malos aromas! Todos los tipos de olores, independientemente de su carácter o tono hedónico (olor bueno o malo), pueden generar incomodidad. Puede que nos guste el aroma de las galletas o del café, pero ese mismo aroma, si es muy frecuente o intenso, puede ser insoportable.
Aunque los olores no causen normalmente problemas de salud graves, pueden actuar como una señal de aviso de problemas ambientales o de salud potencialmente dañinos para la salud humana. Nuestro sentido del olfato es muy preciso y puede oler sustancias nocivas en concentraciones muy bajas para evitar cualquier daño. Por ejemplo, el sulfuro de hidrógeno (H2S), el típico olor a «huevos podridos» producido por las aguas estancadas o el sistema de alcantarillado, puede percibirse en concentraciones tan bajas como 10 ppmm (partes por mil millones). Esto es muy conveniente, porque las concentraciones más altas son mortales.
En términos generales, podemos detectar olores ambientales a concentraciones que no son perjudiciales para nuestra salud, pero incluso a esos niveles bajos pueden causar molestias, dolores de cabeza, falta de sueño, falta de concentración, acentuación de problemas respiratorios, estrés, insomnio, náuseas y ansiedad.D-NOSES aborda este problema implicando a las administraciones públicas, la industria, las instituciones de investigación y los ciudadanos en sesiones participativas, siguiendo el modelo de innovación de cuatro ejes. Juntos pueden codiseñar mejoras que reduzcan el impacto de la contaminación olfativa en las comunidades afectadas.
Nuestro objetivo final es introducir el problema en las agendas políticas, así que hemos creado un modelo de gobernanza multinivel. A nivel local, colaboramos con autoridades medioambientales y municipios en diez ensayos piloto en Europa, Chile y Uganda. A nivel nacional, informamos de reglamentos concretos sobre contaminación olfativa en varios países, como Chile y Portugal, al mismo tiempo que fomentamos la creación de un grupo de normalización en España. Será la primera norma con el concepto «ciencia ciudadana» en su título, lo que establecerá un precedente para toda la comunidad y, con el tiempo, podría adoptarse a nivel europeo. Finalmente, a nivel europeo, informamos acerca de la revisión de la Directiva europea sobre emisiones industriales (IED, por sus siglas en inglés) para introducir el «olor» como una de las fuentes de contaminación.Sabemos que cada sustancia tiene diferentes umbrales de olor. La combinación de docenas o cientos de sustancias en el aire ambiente produce una percepción del olor que es más que la suma de cada umbral individual, puesto que se producen interacciones químicas y la combinación de olor es única. También debemos tener en cuenta el hecho de que la sensibilidad a los olores puede ser muy distinta de una persona a otra, y de que pueden surgir más dificultades debido a factores externos, como las condiciones climáticas, que dificultan la identificación de la fuente de las emisiones.
Para hacer frente a estos problemas, se me ocurrió la idea de crear una aplicación de ciencia ciudadana para supervisar la contaminación olfativa y capacitar a los ciudadanos en la creación de mapas colaborativos de olores en tiempo real, basados en sus percepciones. La aplicación OdourCollect aprovecha técnicas de investigación ya conocidas e incorpora una capa extra de colaboración ciudadana por encima de ellas. Esto contribuirá a que las comunidades directamente afectadas no se queden indefensas. Los usuarios pueden supervisar el impacto de los olores en tiempo real, comprender qué tipo de olores están percibiendo y correlacionar las observaciones con posibles orígenes para identificar posibles mejoras.Tenemos a más de mil cien científicos registrados y más de nueve mil cien observaciones de olores recopiladas en todo el mundo. En Barcelona hemos desarrollado un ensayo piloto en la zona del Fórum, en la que tenemos más de seiscientas observaciones de olores con más de cincuenta vecinos participantes. Los resultados, en términos de frecuencias y tipos de olores percibidos, se corresponden con los estudios tradicionales de olores, por lo que se demuestra la validez de la metodología propuesta.
En estos momentos estamos correlacionando los datos obtenidos con las operaciones industriales, para encontrar las situaciones que causan un mayor impacto y actuar en consecuencia. Los datos generados tienen un valor incalculable para las autoridades medioambientales en el control del impacto de los olores y para las industrias emisoras en la creación de una gestión de los olores. Todo el mundo puede contribuir al proyecto, puesto que, en definitiva, el mejor sensor para medir el olor es la nariz humana.Hemos estado analizando los marcos reglamentarios en los países de D-NOSES y generaremos hojas de ruta estratégicas de gobernanza para cada país. Con suerte, estas hojas de ruta empujarán a las autoridades medioambientales y los responsables políticos a la adopción de metodologías robustas desde el punto de vista científico.OdourCollect y el Observatorio Internacional del Olor, junto con los documentos de políticas que se generarán, serán el principal legado del proyecto. En la actualidad estamos desarrollando el Plan de Aprovechamiento de D-NOSES para garantizar el aprovechamiento de los resultados del proyecto tras su finalización. También buscaremos nuevas oportunidades en el nuevo programa Horizonte Europa para continuar con el excelente trabajo realizado en D-NOSES.Las prácticas de ciencia ciudadana generan conocimientos científicos, capacitan a los ciudadanos y fomentan el pensamiento crítico. Este proceso contribuye a la democratización de la ciencia y, en el caso de OdourCollect y D-NOSES, puede aumentar la conciencia social de la contaminación olfativa, generar un sentimiento de corresponsabilidad y contribuir a mitigar los efectos. Con suerte, nuestro impacto a largo plazo será la introducción de la contaminación olfativa en las agendas políticas a nivel europeo, nacional, regional y local para proteger a los ciudadanos europeos de este tipo de contaminación y mejorar su calidad de vida.