La mayoría de los seres humanos pasan casi un tercio de su vida durmiendo. ¿Pero duermen tanto todos los animales? Se lo preguntamos a nuestro experto, el biofísico Nick Franks.
Según dijo Benjamin Franklin: «No hay nada cierto, salvo la muerte y los impuestos». Por supuesto, no mencionó otra certitud de la humanidad: el sueño. Todos los seres humanos duermen, aunque algunos mejor que otros. ¿Pero duermen también todos los animales?
«Depende de lo que entendamos por dormir», comenta Franks, investigador del Imperial College de Londres. «Si le preguntara si todos los animales son conscientes, ¿qué me respondería?». Franks equipara ambos fenómenos por dos razones. El sueño, como la consciencia, es una experiencia directa y todavía no tenemos una razón concreta de por qué debería existir ninguno de los dos.
Franks asevera que podemos afirmar con seguridad que todos los seres humanos duermen y que y probablemente todos los mamíferos también lo hagan, pues tienen comportamientos y patrones encefálicos similares que pueden verse mediante electroencefalografías (EEG). Sin embargo, extrapolar esto más allá de los mamíferos es sumamente difícil, añade. En parte, esto se debe a problemas técnicos: no es posible hacer una EEG a una mosca.
También nos confunde el hecho de que aún no se ha demostrado para qué sirve el sueño. Sabemos que el sueño es fundamental para los seres humanos, que mantiene el encéfalo sano y que no es posible dormir mientras estamos conscientes. No obstante, esto podría ser diferente para una mosca, cuyo cerebro es una estructura más pasiva, explica Franks: «El beneficio que obtiene del sueño una mosca podría ser muy diferente del nuestro».
Todos los animales parecen seguir ritmos circadianos, cambios biológicos basados en el patrón de veinticuatro horas de luz y oscuridad de la Tierra. Estos regulan nuestros patrones de sueño y el efecto está presente incluso en los animales ciegos. Como destaca Franks, es cierto que todos los animales tienen periodos de inactividad cada día, como moverse menos. «La pregunta es: ¿realmente, están durmiendo como lo entendemos los humanos?».
Al igual que la consciencia, puede ser difícil saber si todos los animales duermen y si lo experimentan del mismo modo que nosotros.Como parte del proyecto DNCSS, financiado con fondos europeos, Franks y sus colaboradores investigaron los mecanismos reguladores subyacentes al sueño. Estudiaron la actividad cerebral de ratones para averiguar más sobre los fenómenos que se producen en los circuitos encefálicos.
El trabajo amplió sobremanera nuestros conocimientos sobre qué regiones encefálicas participan en la regulación del sueño. El equipo descubrió que las neuronas relacionadas con el sueño no se encuentran solo en áreas comúnmente asociadas a él como el hipotálamo o el tronco encefálico, sino que están dispersas por todo el encéfalo.
Los investigadores esperan que, al conocer mejor estos circuitos, sea posible comprender mejor las relaciones entre las disfunciones del sueño y las patologías como la demencia.En cuanto a cómo pueden dormir mejor los seres humanos, Franks sugiere prestar atención a dos variables clave. La primera es la temperatura: un estudio realizado en el laboratorio de Franks mostró que darse un baño caliente antes de ir a la cama hace que los circuitos encefálicos nos hagan sentir mayor somnolencia.
La segunda, y más importante, es la luz. Esto significa que no solo hay que mantener el dormitorio a oscuras, sino que también hay que asegurarse de recibir suficiente luz durante el día para fortalecer los ritmos circadianos.
Aquellos a quienes les cuesta dormirse pueden estar tranquilos, pues el sueño siempre llega, concluye Franks: «El impulso es tan fuerte que no es posible escapar del sueño». Y es mucho más bienvenido que la muerte y los impuestos.
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