¿Se pueden quemar calorías pensando mucho?

Si odia salir a correr a primera hora de la mañana, pero le encanta hacer sudokus durante el desayuno, esto puede parecer ideal. Sin embargo, ¿es cierto? La neurocientífica Petra Ritter reflexiona sobre ello.

Robert Sapolsky de la Universidad de Stanford, afirmó recientemente que, cuando disputan torneos, los ajedrecistas pueden quemar hasta seis mil calorías al día, tres veces más que la media diaria.

«Pero esto solo se dedujo de la frecuencia respiratoria, la presión arterial y las contracciones musculares —explica Ritter—. Aunque estos parámetros de los ajedrecistas durante los torneos pueden ser tan altos como los de los atletas cuando practican deporte, esto no significa que se consuma la misma energía».

De hecho, Ritter señala que, al medir el gasto calórico con calorimetría indirecta —el método habitual en fisiología del ejercicio— se descubrió que los ajedrecistas quemaban una media de 1,67 calorías por minuto mientras jugaban al ajedrez, en comparación con las 1,53 calorías que quemaban cuando estaban en reposo. Un modesto aumento del 10 %.

«En realidad, es la actividad intrínseca para el funcionamiento básico que necesita más energía; sorprendentemente, otras tareas, como la lectura, no requieren más de un 5 % de energía adicional», añade Ritter.Resulta que, si bien se sabe que la actividad metabólica del encéfalo es notablemente constante a lo largo del tiempo, el coste calórico de la actividad intrínseca sigue sin estar claro, por lo que a menudo se denomina la «energía oscura» del encéfalo.

Lo que se sabe es que, aunque el encéfalo solo representa el 2 % del peso corporal, es responsable del 20 % de la demanda de oxígeno del cuerpo en reposo. Además, utiliza 3,5 ml de oxígeno por cada 100 g de tejido encefálico, lo que supone un consumo calórico 10 veces superior al de otros órganos.

Se necesita alrededor del 25% del consumo de energía del encéfalo para las tareas de mantenimiento cotidianas, como la gestión de los daños en el ADN, mientras que el resto se dedica a la actividad neuronal. Esta proporción parece ser invariable en todas las especies.

«Si bien es cierto que a menor actividad encefálica, menor es el consumo calórico, las estimaciones sugieren que 8 horas de trabajo mental muy intenso requerirían entre 100 y 200 calorías más», apunta Ritter.

Como el encéfalo se alimenta casi exclusivamente de glucosa en condiciones aeróbicas, la medición del consumo de glucosa ofrece un indicador indirecto de la demanda calórica. Mediante la utilización de glucosa marcada radiactivamente, los investigadores pueden seguir los cambios en el consumo de oxígeno del encéfalo, complementados con registros de la actividad neuronal.

«Esto nos indica que el consumo diario de energía del cerebro es bastante estable, en torno a las 500 calorías», señala Ritter. Malas noticias para quienes esperen adelgazar.Ritter sugiere que el efecto del ayuno y el ejercicio en el metabolismo energético del encéfalo es un aspecto más interesante de esta cuestión. Cuando se agota la glucosa, se utilizan sustratos energéticos alternativos como los cuerpos cetónicos, el lactato y los triglicéridos de cadena media.

«El cuerpo se acostumbra a las restricciones calóricas prolongadas con ralentización metabólica, lo que reduce el gasto calórico y el estrés oxidativo. Una reducción del 15 % de las calorías durante 2 años supone aproximadamente entre 80 y 120 kilocalorías diarias menos de lo que cabría esperar solo con la pérdida de peso», explica Ritter.

De hecho, en el proyecto BrainModes, financiado con fondos europeos, Ritter utilizó escáneres de encéfalos individuales para ejecutar simulaciones del funcionamiento del encéfalo, con implicaciones para las estrategias de aprendizaje eficiente.

«El encéfalo parece ahorrar mucha energía durante el aprendizaje al funcionar con fenómenos de memoria a corto plazo como los engramas neuropsicológicos», explica Ritter.

En la actualidad, Ritter está centrado en el campo de nueva aparición de la «turbulencia», que toma prestado de la física estadística, la termodinámica y la teoría de la información, para ofrecer datos sobre los niveles de organización del encéfalo.

«Estamos trabajando para obtener una imagen coherente de cómo la energía crea información y luego la representa y transmite por los diferentes niveles, desde los procesos celulares hasta los cognitivos. Estamos modelando esto utilizando la dinámica turbulenta», añade Ritter.

Por ahora, parece que si se desea perder peso, habrá que dejar de lado al peón y ponerse las zapatillas.

Haga clic aquí para obtener más información sobre la investigación de Ritter: Las simulaciones nos ayudan a comprender cómo funciona el encéfalo


publicado: 2022-10-07
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