Dejando a un lado los meteoritos, la Tierra, en sus inicios, estaba formada por tanto material como el que tiene en la actualidad. Entonces, ¿por qué la mayoría de las rocas son mucho más jóvenes que el propio planeta? Nuestra experta Maud Boyet dice que la respuesta está escrita en piedra.
Las rocas de la Tierra no tienen todas la misma edad. De hecho, la mayoría son bastante más jóvenes que el propio planeta. Se cree que las partes más antiguas de la corteza oceánica tienen 200 millones de años, lo que equivale a un abrir y cerrar de ojos en los mil millones de años de vida del planeta. ¿Qué ocurre entonces?
Tal y como explica Boyet, geoquímica de la Universidad de Clermont Auvergne (Francia): «La Tierra es un planeta activo, hecho que lo diferencia de otros planetas de nuestro sistema solar, así como de nuestra Luna».
Lo que esto significa en la práctica es que las placas tectónicas de nuestro planeta, en movimiento continuo, reciclan rocas constantemente. Cuando una placa oceánica se encuentra con una placa continental, se desliza por debajo hacia el manto —un proceso denominado «subducción»—, donde se destruye la roca antigua; las nuevas rocas más recientes se forman a partir del manto fundido.
Se han descubierto algunas vetas de rocas muy antiguas, como el cinturón rocoso de Nuvvuagittuq, de miles de millones de años de antigüedad, en la bahía de Hudson (Canadá), así como afloramientos igualmente antiguos en Australia, China, Groenlandia y Sudáfrica. Sin embargo, incluso estas rocas tan antiguas han tenido una historia compleja. «La exposición a altas temperaturas durante colisiones anteriores puede cambiar la química —señala Boyet—. Esto altera el sistema isotópico que utilizamos para datar las rocas».Por ello, datar con precisión la edad de la Tierra ha sido todo un reto. Las rocas originales que existían en las primeras etapas de su creación simplemente ya no están. Para datar la creación de nuestro planeta, hemos tenido que mirar más allá de nuestro propio mundo.
«Nuestra Luna no tiene placas tectónicas —explica Boyet—. Podemos afirmar con certeza que aproximadamente el 80 % de la superficie lunar es muy antigua: al menos 3 000 millones de años».
La datación radiométrica se utiliza para confirmar la edad de las rocas observando la proporción de dos isótopos diferentes. Los isótopos radiactivos se descomponen en un tiempo predecible, lo que permite a los geólogos determinar la edad de una muestra.
Por tanto, la datación de la roca lunar nos ha dado una idea más clara de la edad de nuestro sistema solar. Otro elemento fundamental ha sido la datación radiométrica de meteoritos, que se crearon en las primeras decenas de millones de años de la formación del sistema solar. Todos estos datos —de dentro y fuera de la Tierra— han permitido a los científicos situar la edad de la Tierra en torno a los 4 500 millones de años.Aun así, la falta de rocas de 4 500 millones de años significa que los científicos todavía no saben con certeza cómo era realmente la Tierra cuando esas nubes de gas y polvo se condensaron hasta formarla. Esto es importante, ya que para trazar con precisión la evolución de la Tierra necesitamos saber qué ocurría durante los primeros millones de años.
Boyet trató de dar respuesta a este reto a través del reciente proyecto financiado por el Consejo Europeo de Investigación ISOREE. En concreto, analizó la composición del elemento químico neodimio en meteoritos primitivos.
«Nuestra conclusión es que la Tierra se enriqueció con neodimio a través de repetidas colisiones en los primeros millones de años del sistema solar, que destruyeron hasta un 20 % de la masa terrestre —añade—. Pudimos poner de relieve el papel de las colisiones en la formación de los planetas y en su composición».
Esta investigación ha ayudado a comprender mejor cómo se formaron la Tierra y el sistema solar. En el futuro, Boyet está interesada en la posibilidad de tomar muestras de rocas en las profundidades de la Tierra, bajo grandes volcanes como los de Hawái.
«Tal vez podamos encontrar depósitos de roca que se formaron al principio y no se han mezclado durante todo este tiempo —afirma—. Medir las pequeñas variaciones isotópicas de estos lugares podría darnos más información sobre los primeros períodos de la evolución de la Tierra».
Haga clic aquí para obtener más información sobre la investigación de Boyet: Desentrañar los orígenes de la Tierra.