Unos científicos han capturado satisfactoriamente el CO2 que de otra forma se emitiría y lo han convertido en minerales carbonatos a gran profundidad en menos de dos años.
Las emisiones mundiales de CO2 alcanzaron su máximo histórico en 2018, según un informe de la Agencia Internacional de la Energía (AIE). «Como consecuencia del incremento del consumo de energía, las emisiones mundiales de CO2 relacionadas con la energía ascendieron a 33,1 gigatoneladas de CO2, lo que supone un aumento del 1,7 %», afirma la AIE, lo que subraya la necesidad de adoptar medidas más rápidas y sólidas para combatir el cambio climático.
Algunos científicos han estado trabajando en métodos novedosos de mitigación del calentamiento global, como la captura y almacenamiento de carbono (CAC) a gran escala. El proyecto CarbFix2, financiado con fondos europeos, ha realizado grandes avances en el desarrollo de un proceso y una tecnología seguros, eficientes y rentables para el almacenamiento permanente de minerales de CO2 en la subsuperficie.
La tecnología de CAC existe desde los años setenta del siglo pasado, aunque su uso es limitado debido a diversos obstáculos que impiden su adopción generalizada, entre los que su coste es el más importante. La CAC consiste en capturar el CO2 emitido por grandes fuentes puntuales, como las centrales energéticas, comprimirlo y transportarlo hasta un lugar de almacenamiento adecuado donde se inyecta en el suelo. Durante este proceso, que utiliza almacenamientos en formaciones geológicas profundas, el CO2 se convierte en una forma líquida de alta presión conocida como CO2 supercrítico. Este CO2 se inyecta directamente en las rocas sedimentarias de los yacimientos de petróleo, gas y carbón agotados, o en formaciones salinas. Sin embargo, el método de CAC tradicional supone un riesgo. El gas puede volver a filtrarse a la atmósfera «o a los acuíferos de agua dulce», según se señala en el sitio web del proyecto.
Los socios del proyecto creen que su método es más seguro que las técnicas de CAC tradicionales, «porque supone un almacenamiento de solubilidad inmediata, así como un almacenamiento rápido de minerales que inmoviliza permanentemente el CO2». En el sitio web se explica cómo se aborda el riesgo de fuga: «Gran parte de este riesgo se elimina una vez que el CO2 inyectado se disuelve en la fase acuosa, ya que el agua saturada de CO2 es más densa que el agua que no contiene CO2. También se ha demostrado que las reacciones químicas entre el basalto que lo aloja y el agua de inyección cargada de CO2 son rápidas, lo que resulta en un 95 % de captación permanente de CO2 mineral en menos de dos años».
El proyecto en curso CarbFix2 (Upscaling and optimizing subsurface, in situ carbon mineralization as an economically viable industrial option) se basa en el éxito de su predecesor, CarbFix (Creating the technology for safe, long-term carbon storage in the subsurface), que estuvo en marcha entre 2011 y 2014. Inyectó CO2 disuelto en agua en basalto reactivo, y la tecnología se probó en una central de energía geotérmica en Hellisheidi (Islandia). La central produce de forma conjunta electricidad y agua caliente del volcán central Hengill. Como se explica en el sitio web del proyecto, CarbFix2 se creó «para hacer que el método de almacenamiento geológico de CarbFix fuera económicamente viable con una cadena completa de CAC y para que la tecnología pudiera transportarse por toda Europa».
Tras el éxito de las inyecciones a escala piloto en 2012, la inyección experimental a escala industrial comenzó en 2014. En la página de preguntas frecuentes se explica lo siguiente: «Las emisiones de CO2 y H2S (ácido sulfhídrico) de la central energética de Hellisheidi se capturan en una planta de reducción de gases a través de un proceso simple de depuración. Después, se disuelven en condensado de la central y se devuelven al sistema geotérmico dentro del lecho rocoso de basalto del que proceden».
En un artículo de prensa publicado por «Iceland Review», la doctora Sandra Ósk Snæbjörnsdóttir, geóloga y geoquímica del coordinador del proyecto CarbFix2, Reykjavík Energy, declara: «En la actualidad, estamos fijando alrededor de una tercera parte del dióxido de carbono que produce la central, alrededor de 12 000 toneladas al año». La doctora espera que la central eléctrica se convierta en completamente neutra en cuanto a carbono en los próximos años.
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