La espectacular imagen de cientos de hogueras en los campos evidencia los esfuerzos de los viticultores por proteger sus cultivos. Una mayor comprensión sobre cómo se desarrollan las temperaturas de congelación puede ofrecer mejores soluciones.
Un viticultor puede controlar muchas cosas: dónde situar el viñedo, qué variedades cultivar, o cuándo añadir agua y fertilizante. Sin embargo, las condiciones meteorológicas no están entre ellas. A principios de este año, tras un periodo de frío extremo, tan solo en los viñedos franceses se perdieron dos mil millones de euros en vino.
Cuando los vitivinicultores europeos se enfrentan a temperaturas bajo cero que pueden dañar las delicadas uvas jóvenes, es posible que recurran a sus antorchas, creando así escenas sobrenaturales con cientos de «linternas en llamas» que se extienden cada pocos metros por el viñedo.
¿Las antorchas funcionan? ¿Podemos desarrollar una alternativa más respetuosa con el medio ambiente? Para responder a esta pregunta, se deben comprender las condiciones en que se forman las heladas.
Bas van de Wiel, catedrático de Física Atmosférica en la Universidad Tecnológica de Delft, explica que las bajas temperaturas son solo uno de los elementos necesarios para que se produzcan las heladas. «Por la noche, se enfría el suelo y crea una bolsa de aire frío. Si no hay viento, las temperaturas pueden ser muy frías cerca de la superficie», señala.
Si hay suficiente viento, la capa de aire frío se interrumpe antes de que pueda enfriarse lo necesario como para crear la helada. «En una noche con viento, todo va bien. Sin embargo, cuando el cielo está despejado, la superficie puede enfriarse debido a la radiación térmica y se puede observar el colapso de las turbulencias».
La investigación de Van de Wiel, financiada con fondos europeos, muestra que una velocidad del viento inferior a tres metros por segundo a la altura de la nariz lleva a la formación de heladas. Según van de Wiel, en vez de calentar directamente las vides, las antorchas actúan interrumpiendo la capa estática de aire frío.
«Supongamos que la capa límite está muerta, a veces encontramos puntos de calor y zanjas locales. Todo ello funciona como pequeñas chimeneas y ese movimiento se suma al intercambio de energía».
A fin de comprobar la eficacia de la interrupción de la capa límite, van de Wiel y sus compañeros instalaron grandes ventiladores en viñedos de los Países Bajos. «Los resultados fueron muy buenos, las cosechas aumentaron un 100 %, y pudimos demostrar perfectamente que las cosechas se incrementaban cerca de los ventiladores».
Asimismo, añade que las antorchas son muy ineficaces y que los ventiladores grandes y silenciosos utilizados por su equipo no requerirían una alta intensidad de mano de obra. Se trata de una buena noticia para los viticultores, aunque los fotógrafos y los turistas pueden perderse el espectáculo de los viñedos primaverales iluminados con cientos de resplandecientes antorchas.
Haga clic aquí para obtener más información sobre la investigación de van de Wiel: «La teoría de la transferencia de calor explica las olas de frío repentinas».