Una investigación sobre los climas antiguos sugiere que un descenso del nivel de CO2 atmosférico provocó el enfriamiento de las temperaturas en el sudeste de Australia hace entre 41 y 33 millones de años.
Nuestro planeta se está calentando y la atmósfera está cambiando, pero ¿qué impacto tendrán estos cambios en los distintos ecosistemas? Para encontrar respuestas, algunos científicos han estado investigando los climas de hace millones de años.
Un estudio parcialmente respaldado por el proyecto financiado con fondos europeos TGRES se centró en las temperaturas del hemisferio sur en la época que va desde el Eoceno medio hasta el Oligoceno temprano, hace aproximadamente entre 41 y 33 millones de años. Durante este período, el clima de la Tierra cambió drásticamente. Si bien en la época del Eoceno, la Antártida era una región sin hielo y cubierta por bosque tropical, hace 34 millones de años estaba cubierta de hielo.
Esta transición climática de un estado «invernadero» a un estado «nevera» está bien documentada por los registros de temperatura de la superficie marina que apuntan a un enfriamiento notable de larga duración. Sin embargo, para poder decir qué impulsó este cambio, los científicos deben saber si este enfriamiento también tuvo lugar sobre la tierra.En este estudio, el equipo de investigación empleó fósiles moleculares de bacterias conservados en lignito del sudeste de Australia para crear un registro de temperaturas terrestres que abarcara un período de unos 9 millones de años, desde el Eoceno medio hasta el Oligoceno temprano. El coautor del estudio, el doctor Richard Pancost de la Universidad de Bristol, que es la anfitriona del proyecto, explica el uso de estos biomarcadores bacterianos en una noticia publicada en «Sci-News»: «Estos compuestos consistían originalmente en las membranas celulares de las bacterias que vivían en humedales antiguos y cuyas estructuras cambiaban ligeramente para ayudar a las bacterias a adaptarse a la temperatura y la acidez cambiantes. Pueden conservarse posteriormente durante decenas de millones de años, lo cual nos permite reconstruir esas condiciones medioambientales antiguas».
Los resultados mostraron que las temperaturas anuales medias en el sudeste de Australia cayeron de alrededor de los 27 °C durante el Eoceno medio hasta alrededor de los 22 a 24 °C en el Eoceno tardío. Esta caída vino seguida de un descenso aproximado de 2,4 °C a lo largo del límite Eoceno-Oligoceno, hace entre unos 33 y 34 millones de años.La similitud entre esta tendencia y otros registros de temperatura del hemisferio sur indican un posible mecanismo impulsor común: el CO2. Esto llevó a los investigadores a realizar simulaciones con modelos climáticos para confirmar sus resultados. Determinaron que solo las simulaciones que incluían una reducción del CO2 atmosférico conducían a un enfriamiento en el sudeste de Australia, lo cual coincidió con los datos de temperatura del lignito.
Los resultados se suman al conjunto de pruebas que demuestran que el CO2 atmosférico es el principal impulsor del cambio climático en la Tierra. «Nuestros datos constituyen un punto de referencia importante para probar el rendimiento de los modelos climáticos, la interacción mar-tierra y los determinantes climáticos en el inicio de una importante glaciación antártica», concluyen los autores en su estudio.
Dicho estudio se ha publicado en la revista «Nature Geoscience». El proyecto TGRES (The Greenhouse Earth System) finalizó en 2018.
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