Según una investigación publicada en la revista
«Science Advances» el esqueleto se descubrió enterrado cerca de un monasterio de mujeres en Alemania occidental con manchas de pigmento azul en la mandíbula inferior. El pigmento estaba hecho de piedras de lapislázuli originarias de Afganistán. Las piedras eran muy apreciadas y en esa época eran tan valiosas como el oro. La mujer de entre 45 y 60 años probablemente fuera una monja que murió entre los años 997 y 1162.
Alison Beach coautora de la investigación y profesora de Historia Medieval en la Universidad Estatal de Ohio (los Estados Unidos) declaró a la agencia
Associated Press: «Es un notición para mi sector; es tan poco común encontrar pruebas materiales de obras artísticas y literarias de mujeres en la Edad Media. Disponer de una mejor documentación de todo lo relacionado con los hombres ha fomentado que la gente imaginara un mundo masculino. Esto nos ayuda a corregir este sesgo. Este diente abre un abanico de actividades en las que también participaban las mujeres». Y la profesora Beach prosigue: «Si ella utilizaba lapislázuli es porque probablemente era buenísima. Debía tener una gran dote artística así como mucha experiencia».
Más sobre los monjes: el papel de las mujeres en las publicaciones medievales
Durante la Edad Media, se empleaban pigmentos para ilustrar los libros de lujo y los textos religiosos que se cree que elaboraban los monjes, y no las monjas. El artículo explica que, antes del siglo XII, menos de un 1 % de los libros se atribuían a mujeres. Esta mujer probablemente fue tanto artista como escribana de manuscritos.
El hallazgo supuso una gran sorpresa. Inicialmente los científicos se proponían estudiar la salud y las dietas examinando los huesos de los cadáveres del monasterio. Estaban analizando la placa dental cuando descubrieron una dentadura que reveló algo más que la comida consumida. Según explicó la autora principal de estudio la doctora Christina Warriner del Instituto Max Planck para la Ciencia de la Historia de la Humanidad de Alemania a la
BBC: «La placa dental es realmente genial puesto que es la única parte de nuestro cuerpo que fosiliza cuando todavía estamos vivos. Durante este proceso incorpora toda clase de restos de nuestra vida de forma que los restos de comida quedan atrapados y acaba siendo como una cápsula del tiempo de nuestra vida». A lo que añadió: «Encontramos gránulos de almidón y polen pero lo que también detectamos era este azul muy intenso y no solo una o dos manchitas de mineral sino cientos. Decididamente esto es una novedad».
«Basándonos en la distribución del pigmento en la boca, llegamos a la conclusión de que la hipótesis más probable era que la mujer estuviera pintando con el pigmento y lamiera el extremo del pincel mientras pintaba», afirmó Monica Tromp, primera coautora, también del Instituto Max Planck.
La doctora Warinner explicaba: «Esta mujer vivió en Dalheim, todavía se pueden observar las ruinas de la comunidad de mujeres, pero no quedan restos de arte ni de libros, solo un fragmento de un peine. Únicamente existen unas pocas referencias en algunos textos. Se eliminaron de la historia. Pero ahora hemos descubierto otro lugar en el que las mujeres participaban en la producción artística del que no teníamos la menor idea».
«Creo que esto brindará una gran oportunidad para devolver la identidad a estas personas, de las que hemos perdido la individualidad».
¿Los legados artísticos y literarios que permanecen ocultos en los cementerios medievales reescribirán algún día la historia de las mujeres?